Corría el año 2022 cuando un restaurante español se hizo viral en todo el mundo por un robo millonario. Alguien se coló en su bodega y se llevó 45 de las botellas de vino más selectas. Obviamente, sabían lo que hacían porque las 45 botellas se estimaron en cerca de 1,7 millones de euros.
Tan solo pensar que una de ellas se caiga al suelo, ya es motivo para no tocarlas. Eso sí, los ladrones fueron atrapados y puestos a disposición de la Justicia pero el disgusto no se lo quita nadie a la gerencia.
En paralelo, ese mismo año, la Guía Michelin hizo lo que el restaurante llevaba años esperando: concederle la tercera Estrella. Fue una faena que lo hicieran el año del robo, pues pareció una compensación por lo ocurrido. No obstante, basta con ir para darse cuenta que si hubiera más Estrellas Michelin, también las tendría.
Por cierto, si estás en Madrid, este restaurante lleva preparando 40 años una de las mejores fabadas de Madrid. Muy recomendable.
Si no lo has adivinado ya, estamos hablando del Restaurante Atrio Cáceres. Instalado en un palacio del siglo XV, reformado en 2010 y enclavado en el casco histórico de Cáceres, el escenario es inmejorable. Ahora, si el entorno es imponente, el contenido es otro nivel.
Toño Pérez y José Polo combinan con maestría la tradición gastronómica extremeña con la vanguardia más absoluta. Todo con un toque de elegancia, exquisitez y buen gusto que lo último en lo que piensa el comensal es en la cuenta. Hasta que llega.
Y es que comer en un tres Estrellas Michelín es lo que tiene, que se paga. En el caso del Atrio Cáceres, el Menú Degustación cuesta 235 euros por persona, a lo que debes sumar el vino del maridaje. Y a quien se cuestione si coger vino o no, recordarle que entraron a robar a esa bodega, es decir, la selección es top.
Una de las ventajas que tiene Atrio es que renueva su menú de forma permanente, lo que implica que cada visita es una aventura. Una aventura a la que ir sin prisa, con la mente abierta y los sentidos alerta porque cada bocado es un bombazo para todos ellos. Y es que, lejos de lo que pueda parecer por el entorno antiguo, la i+D de Atrio no tiene nada que envidiar a la NASA.
En Atrio, aprenderás que los ingredientes preestablecidos para los postres no son los mismos que ellos sirven. Que los ibéricos y encurtidos encajan, mejor de lo que mucha gente piensa, en un tres Estrellas Michelin. Y, sobre todo, que pagar 235 euros por un menú, a pesar de lo que pueda parecer, merece mucho la pena.
El viaje sensorial que te proponen Los Atrios, como se conoce a Toño Pérez y José Polo, es una experiencia que recordarás toda tu vida. Sabores y sensaciones que, pasarán los años, y seguirás siendo incapaz de describir por todo lo que te ofrecieron en cuestión de segundos.
No es por comparar pero, sí, comer en Atrio es mejor que eso en lo que estás pensando. Y dura bastante más.