Si piensas que tu abuela no entiende de prebióticos, que sepas que estás en un error. De hecho, es más que probable que tu abuela no sepa lo que son los prebióticos y, sin embargo, lleve dándotelos toda la vida. ¿Cómo es posible? Todo tiene una explicación y es tan sencilla como hablar de los prebióticos naturales.
En la actualidad, quienes no comen carne, por el motivo que sea, tienen muchas alternativas vegetales con las mismas o más proteínas que la carne. Desde clásicos como el seitán o el tofu, a las hamburguesas de legumbres más mainstream.
No olvidemos la soja texturizada o el tempeh, de modo que las opciones son más que estimables. Ahora, todas tienen un elemento en común: saben a rayos. Ahí es donde entra tu abuela.
Las abuelas tienen remedio para todo, incluso para la tontería, aunque en algunos casos no lo hayan aplicado a sus nietos.
Desde hace años, los fabricantes de alternativas vegetales a la carne trabajan para dar con el ingrediente que les permita emular a la carne. El ingrediente que otorgue a sus alimentos un sabor y olor que sea el más parecido a la carne.
Pues ha tenido que venir la gente de Journal of Agriculture and Food Chemistry a mostrarles el camino para dar con ello.
La fórmula es sencilla. Las legumbres, para hacer puchero. Los aditivos sintéticos, para el motor del coche; y para conseguir aroma y sabor a carne, tres ingredientes naturales y conocidos: cebollas, cebolletas y puerros.
Se trata de tres alimentos prebióticos naturales que, además, tienen tremendos efectos cardiosaludables para el organismo.
Obviamente, todo tiene un proceso y no basta con echar cebollas, cebolletas y puerros a la Thermomix, mezclarlo con el seitán y a comer el resultado con sabor a chuletón.
Todo lleva un proceso, una investigación y un ensayo y error. Y esto ha llevado a un descubrimiento que puede cambiar la industria tal y como la conocemos.
Hasta ahora, las alternativas de la carne usaban saborizantes de la propia carne o químicos para darle, o intentarlo, ese sabor a carne que no terminan de conseguir. Obviamente, si quieres vender carne que no es carne, tendrás que conseguir que sepa a carne. Por ejemplo, con la avena se asume que sabe a papel, pero la avena no pretende ser otra cosa.
La cosa es que al entrar la manipulación de por medio, estos sustitutivos de la carne no pueden llamarse naturales en muchos países, básicamente porque no lo son.
Y así es como un equipo de científicos decidió probar con ingredientes realmente naturales para dar con el sabor y olor a carne. ¿Cómo lo hicieron? Fermentando todo tipo de alimentos y probando.
Resultó que tanto cebollas, como cebolletas, como puerros fermentados ofrecían un resultado ampliamente satisfactorio. En concreto, la cebolla, tras un proceso de fermentación de 18 horas, derivaba en un olor muy similar a la salchicha. A partir de ahí, sólo ha quedado afinar y hacer más magia culinaria que Harry Potter en Hogwarts.